Y para muestra: un botón. O, mejor dicho, dos estudios.

El primero, un estudio realizado entre doscientas universitarias del Columbia College (EEUU) indicó que dos tercios de las entrevistadas tenían una imagen negativa de su propio cuerpo y que, por ello, rechazaban mantener relaciones sexuales, no disfrutaban de ellas, o se sentían tímidas.

En el segundo, tras preguntarles su opinión acerca de varios aspectos de su atractivo sexual (rellenaron un cuestionario), 85 mujeres fueron invitadas a entrar en una habitación, leer un relato erótico y puntuar cuánto les había excitado la historia. Las encuestadas que se consideraban atractivas sintieron un mayor deseo sexual que las que se sentían poco satisfechas con su aspecto físico y/o poco seductoras. Estas últimas, además, expresaron que sentían menos deseo sexual en su vida en pareja.

Podría dedicar decenas de artículos a profundizar en las causas de este efecto, pero uno de los puntos más importantes a este respecto según una gran mayoría de profesionales es, sin duda, el exagerado culto al físico de nuestra sociedad actual. En los últimos años nos hemos obsesionado por alcanzar un imposible ideal de belleza y una eterna juventud que nos esclaviza ante unas exigencias fuera de nuestras posibilidades.

Algunos datos revelados por estudios y encuestas…

• ¿Sabías que una de cada dos mujeres hace dieta durante casi toda su vida?
• La mayoría de las mujeres adultas se consideran más gordas de lo que son.
• En una encuesta realizada en España, se reveló que la mitad de las mujeres preferían perder 5 kilos a alcanzar sus aspiraciones profesionales.

¿No te parece, literalmente, una locura?

Vivimos en una sociedad en la que estar gorda, tener celulitis, tener canas, tener arrugas, tener estrías… equivale a fracaso. Y aunque vamos dando pasos en pro de la liberación de estos cánones, la realidad es que nos siguen oprimiendo y siguen provocando un malestar generalizado que se materializa en problemas notorios en nuestra sexualidad y en nuestras relaciones interpersonales.

Si no te sientes cómoda en tu cuerpo, no querrás mirarlo ni mostrarlo, no querrás tocarte ni que te toquen. Aún peor, si no te gusta tu cuerpo, si lo rechazas, ¿cómo vas a permitirle experimentar placer? No te lo consentirás. El sentimiento de inadecuación nos hace avergonzarnos de nuestros cuerpos, y esto coarta nuestra capacidad de compartirnos, de pedir, de hacer, de gozar…

Si sientes que la insatisfacción contigo misma te impide disfrutar de tus relaciones, ¡enhorabuena, ya has identificado el problema, que es el primer paso! ¿Qué hacer ahora? Sin lugar a dudas, la terapia individual va a ser la clave para reencontrarte contigo misma y comenzar a quererte más y mejor.

Pero, mientras te decides…

Intenta eliminar de tu vida las conversaciones acerca de lo poco que te gusta tu físico, las dietas, el envejecimiento… Siempre que puedas, niégate a perder el tiempo fomentando inseguridades.

Haz una lista con todo lo que te gusta de tu cuerpo. Pero no únicamente en términos estéticos, piensa en todo lo que tu cuerpo te permite hacer, percibir, vivir. Puedes guardarla e ir añadiendo todo lo que quieras a medida que te sientas a gusto con él. Tal vez te ayude preguntarle a tu pareja o amigos. Si lo prefieres, empieza solo con dos cualidades y añade más poco a poco.

Trata tu cuerpo con mimo y resalta todo aquello que te guste de ti misma. Si hay algo de tu apariencia que puedes cambiar (desde el realismo), fíjate unos objetivos para conseguirlo.

La educadora sexual Ducky Doo Little propone escribir en un folio 14 factores que hacen que una persona sea sexy. Hazlo. ¿Te das cuenta? Hay poco que ver con traseros, pechos, talla…

Prueba algo nuevo. Hay muchas formas de aprender a conectar con tu cuerpo. Por poner algunos ejemplos: yoga, meditación, danza, quiromasaje, Reiki, gimnasia abdominal hipopresiva, bodypainting, fotografía erótica… busca tu opción.

Invierte en ti. La terapia es la mejor forma de asegurarte un bienestar emocional a largo plazo.

Las personas (históricamente y en mayor número, las mujeres, pero cada vez también más hombres) invertimos mucho dinero en mejorar nuestra apariencia física… Nutricionistas, cirugía estética, depilación láser, peluquería, manicura, injertos capilares, ropa, maquillaje, entrenadores personas o gimnasios… ¿No crees que es hora de dar un paso más allá? ¿Cómo crees que te sentirías si invirtieses ese dinero en algo que te hiciese sentir tan bien por dentro, que no necesitases cambiar nada por fuera?

Apuesta por una terapia que mejorará tu bienestar emocional, que hará que conectes contigo y tus emociones y que empieces a quererte como te mereces, más allá de la multitud de defectos que ahora ves en ti. ¿Por qué no pruebas?