Los cuatro jinetes predictores de la ruptura de pareja
Como experta en terapia de pareja estoy acostumbrada a trabajar con parejas que, aunque expresen y demuestren el amor que hay entre ellas, su vida juntos hace aguas.
Aunque cada persona y cada pareja es particular y muestra características distintas, hay algunos comportamientos o factores que pueden actuar como predictores. O eso es lo que afirma el psicólogo y profesor en la Universidad de Washington y miembro electo de la Asociación Americana de Psicología (APA) John M. Gottman.
Gottman y su esposa, Julie Schwartz Gottman, fundaron a finales de los 70 el famoso “Laboratorio del amor”, en el que estudiaron a centenares de parejas para descubrir qué hace que una pareja perdure felizmente, y qué predictores nos alertan de que la pareja no tendrá futuro. Ellos han sido pioneros a la hora de convertir en ciencia lo que antes eran simples opiniones, demostrándonos que la calidad de una relación afectiva también puede estudiarse a través de mediciones psicofisiológicas, a través del análisis de las microexpresiones, de las reacciones emocionales, el lenguaje no verbal y por supuesto, con las clásicas entrevistas.
Gracias a sus años de estudio y dedicación al amor y a las relaciones, hoy puedo contarte lo que Gottman llama Los Cuatro Jinetes predictores de la separación.
“Las parejas felizmente casadas no son más listas, más ricas o más astutas psicológicamente que otras. Pero en sus vidas cotidianas han adquirido una dinámica que impide que sus pensamientos y sentimientos negativos sobre el compañero (que existen en todas las parejas) ahoguen los positivos.”
El primer jinete: Las Críticas
Es totalmente normal tener alguna queja sobre la persona con la que vives. Prácticamente es inevitable. Pero existe una diferencia abismal entre las quejas y las críticas. Mientras que la queja solamente hace referencia a una acción específica en la que tu cónyuge ha fallado, la crítica globaliza, incluyendo palabras negativas sobre el carácter o personalidad de tu pareja, lo que solemos llamar como generalización.
Te lo ejemplifico:
“Elena, estoy bastante molesto porque anoche no fregaste la cocina. Dijimos que lo haríamos por turno y anoche te saltaste el tuyo. Que sepas que eso me incomoda” – Esto es una queja.
“¿Por qué eres tan distraída y pasota, Elena? No soporto tener que fregar siempre la cocina cuando te toca a ti. ¡Parece que pasas de todo y no te importa que lo tenga que hacer yo!” – Esto es una crítica.
En la queja, mostramos nuestro enfado hacia un hecho concreto. En la crítica, estamos generalizando y atribuyendo cualidades negativas a nuestra pareja (como pasota, distraída…).
El segundo jinete: El Desprecio
Según Gottman, este es el peor de los cuatro jinetes. El desprecio, en cualquiera de sus formas (sarcasmo, escepticismo, insultos, poner los ojos en blanco, la burla, el humor hostil…), envenena las relaciones y siempre aumenta el conflicto, en lugar de favorecer la reconciliación.
Vamos con el ejemplo:
“- Es que mira, Claudia, la diferencia entre tu coche y el mío. Me parece que eso dice mucho de nosotros y de lo que valoramos o no. Tú te burlas de mí porque yo mismo lavo mi furgoneta, mientras que tú pagas a alguien para que limpie tu coche. Tu coche nos está costando una fortuna y ni siquiera eres capaz de lavarlo tú misma. Me parece muy desconsiderado por tu parte.
– Para mí es difícil lavar el coche.
– Pues igual que yo cuido de mi furgoneta, tú podrías hacer lo mismo. Cuando uno cuida de las cosas, duran más. Pero tú pasas.
– Mira, Juan, si me ayudas a lavar el coche no me importa que lo hagamos.
– ¿Cuántas veces me has ayudado tú a lavar la furgoneta, Claudia?
– Bueno, pues si tu me ayudas con el coche, yo te ayudo con la furgoneta, ¿te parece?
– No, no. Contesta. ¿Cuántas veces me has ayudado tú a mí?
– Ninguna.
– ¿Lo ves? No tienes sentido de la responsabilidad. Yo te ayudaré cuando pueda, no voy a firmar un contrato de por vida, ¿no?”
Como vemos en este ejemplo, Juan, en lugar de aprovechar las ocasiones que le brinda Claudia de solucionar el problema y reconciliarse, decide seguir atacando y continuar con la discusión. El principal propósito de Juan es rebajar a su pareja, y su desprecio aparece en su implicación de que él es moralmente superior.
Además, el desprecio se exacerba por los pensamientos negativos sobre la pareja, guardados durante mucho tiempo, y es más probable tener estos pensamientos negativos cuando las diferencias no se resuelven. Probablemente, la primera vez que hablaron del tema Juan ofreció una queja sencilla: “Creo que deberías lavar tú misma el coche, eso nos ahorraría dinero”. Pero al no llegar a un acuerdo sobre esto, sus quejas se convirtieron en críticas globales del tipo: “Eres una manirrota”, acompañado de desprecios como sarcasmos o beligerancia.
El tercer jinete: La Actitud Defensiva
Cuando nuestra pareja es desagradable con nosotros, expresando críticas o desprecio hacia nosotros, no es sorprendente que aparezca la actitud defensiva. Y aunque esto es perfectamente comprensible, las investigaciones muestran que rara vez se obtiene el efecto deseado.
El cónyuge agresivo no da su brazo a torcer ni pide perdón.
Y esto sucede porque la actitud defensiva es en realidad un modo de culpar a la pareja. Lo que estamos diciendo en esencia es: “El problema no soy yo. Eres tú”. La actitud defensiva no hace sino agravar el conflicto, y por eso es tan peligrosa.
En nuestro ejemplo anterior, cuando Claudia explica que le resulta difícil lavar el coche, Juan no dice: “Ah, ahora lo entiendo”, sino que ignora esta excusa, ni siquiera da muestras de haberla escuchado. Lo que hace es afianzarse más en su posición.
El cuarto jinete: La Actitud Evasiva
En una pareja en la que las críticas y el desprecio producen una actitud defensiva, finalmente llega un punto en el uno de los miembros comienza a distanciarse, y esto augura la llegada de este cuarto jinete.
Durante una conversación típica entre dos personas, el receptor ofrece una serie de señales para que el emisor sepa que lo escucha. Estas señales pueden ser de contacto visual, movimientos afirmativos con la cabeza, decir de vez en cuando “sí” o “ya”… lo que conocemos como escucha activa.
Pero una persona evasiva no ofrece estas señales de reconocimiento, sino que tiende a apartar o bajar la mirada sin pronunciar palabra. Como si oyera llover. La persona evasiva actúa como si no le importase en absoluto lo que el otro dice, como si ni siquiera lo oyera. Y esto se percibe en el emisor como una falta de interés, de compromiso e incluso de respeto hacia la pareja.
A pesar de que para Gottman estos son fiables predictores de la ruptura de la pareja, también ha demostrado que no son insorteables. Siempre que exista cierto “combustible” y, ante todo, la voluntad de trabajar en equipo para solucionar y mejorar estos conflictos, la pareja podrá seguir adelante. El combustible del que Gottman nos habla conlleva:
- La confianza mutua y la intimidad.
- La admiración.
- El cariño y la habilidad para demostrarlo.
- La buena comunicación.
- Habilidad para manejar emociones como la ira.
- Las competencias para resolver conflictos y llegar a acuerdos.
Si leyendo este post has detectado que en tu pareja están asomando la cabeza alguno (o varios) de estos jinetes, no te asustes, pero abre bien los ojos y empieza a trabajar.
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Ana Cruz
Psicóloga Sexóloga
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