Cómo gestionar los celos buenos en pareja
¿Te has creído el título de este post? ¿De verdad crees que existen “celos buenos”? Pues déjame decirte algo: “celos” y “buenos” son palabras incompatibles. No existen los celos buenos.
Pero, empecemos por el principio.
¿Qué son los celos?
Echeburúa y Fernández Montalvo (2001) los definen como “una emoción que surge como consecuencia de un afán exagerado de poseer algo de forma exclusiva y cuya base es una infidelidad (real o imaginaria) de la persona amada”. Por otro lado, Clanton (1998) considera que los celos son “sentimientos displacenteros que expresan el temor a la pérdida de la pareja o el desagrado frente a una experiencia real o imaginaria referida a la experiencia emocional que su pareja ha tenido o tenga con una tercera persona. Tales experiencias evocan diferentes emociones: enfado, rabia, ira, humillación, ansiedad, tristeza…”.
Podrías pensar que el sentir celos es algo romántico, incluso que tiene relación con los sentimientos de apego y vinculación, que tiene que ver con el amar la proximidad del otro. Pero, a diferencia del apego, los celos suman un ingrediente fundamental, el egoísmo, en su formato de propiedad. Los celos son, entonces, un inadecuado sentimiento de propiedad. Los celos parten de un prejuicio muy arraigado en nuestra cultura, “el amor da derecho de pertenencia, “si yo te quiero, tú me perteneces”.
“Deja que los celos sean tu maestro. Los celos te pueden llevar a los lugares en los que más necesitas curarte. Pueden guiarte para entrar en tu propio lado oscuro y mostrarte el camino para realizarte por completo. Los celos te pueden enseñar cómo vivir en paz contigo y con el mundo entero si los dejas.”
Hoy quiero contarte la historia de una paciente, a la que llamaré Eva.
Eva comenzó sintiendo una simple intuición de que su pareja le era infiel, se instaló en ella una leve desconfianza que proyectó poco a poco de forma inconsciente en su relación. Y como toda intuición, la de Eva iba, como no, acompañada de dudas, ya que en la base no existía un fundamento real. Comenzó, entonces, con las secuencias conductuales de comprobación e interrogatorios sobre las acciones llevadas a cabo por su pareja. En principio estas preguntas no molestaban a su chico, de hecho, eran interpretadas como un interés genuino por él, y por tanto le ofrecía explicaciones con detalles. Se empezó a alimentar de este modo el rol de control de Eva, que comenzó a demandar cada vez mayores dosis de información y mayor control conductual.
Poco a poco las sensaciones Eva dejaron paulatinamente de ser intuiciones para convertirse en creencias. Las comprobaciones se tornaron en búsqueda de confirmación de las propias creencias. Todo indicio se convertía en prueba y, por tanto, en señal de que los celos eran sostenibles y de que la infidelidad se estaba dando. Todo acto o expresión de su chico lo leía en la “única” dirección en la que se mueve la persona con celos. La ropa, un cambio de peinado, de perfume, una sonrisa, una llamada, un mensaje, una comprobación del móvil o del ordenador, llegar tarde, pronto, un mal gesto, el cansancio, una reunión, dar explicaciones, no darlas, estar cariñoso, no estarlo, un regalo, olvidar algo, etc. Todos los comportamientos de su pareja era una señal de infidelidad para Eva.
¿Crees que Eva era feliz así? ¿Crees que la pareja tenía futuro?
Seguramente has acertado. Nadie puede ser feliz en esta situación. Y si te dicen lo contrario, te están mintiendo.
La persona celosa, como en el caso de Eva, se ve envuelta en una situación de desbordamiento emocional, y en muchos casos termina por no poder contener o dominar una futura reacción catastrófica. Y es que, bajo la amenaza de los sentimientos de celos, permitimos que nuestros cerebros desconecten, con la excusa de que estamos actuando por instinto. Es fácil para muchos usar los celos como justificación para perder los estribos y dejar de ser un humano razonable, responsable y ético.
Debes tener presente que, a menudo, los celos son a menudo la máscara que utiliza un conflicto interno más complicado que tienes en ese momento, un conflicto que ha estado pidiendo a gritos ser resuelto y tú ni siquiera lo sabes. Como está arraigado tan profundamente puede ser increíblemente difícil prestarle atención cuando los celos aparecen en el horizonte: nos retorcemos intentando no sentirlos. Ese es el momento en el que tus emociones tienen más posibilidades de causarte dolor: cuando crees que tienes que evitar sentirlas cueste lo que cueste.
Y una manera de no sentir una emoción es proyectarla en tu pareja. Proyectar es una defensa psicológica en la que se intenta sacar de ti un sentimiento doloroso proyectando tu película emocional en otra persona. Como si esa persona fuese una pantalla para tus miedos y fantasías y no un ser humano. Puede que esta sea la única definición real de los celos: es la experiencia de proyectar sentimientos incómodos propios en tu pareja.
Supongo que te estarás preguntando, si lo que percibo como celos es en realidad algo más, ¿qué es eso que me preocupa? Pueden darse multitud de situaciones:
Sentimientos de dolor y pérdida
Nuestra cultura nos ha enseñado que, cuando nuestra pareja realiza actividades con otra persona, hemos perdido algo.
Intuición de que nuestra pareja se nos está alejando
Y puede que sea verdad, que estemos perdiendo una relación que nos es muy querida. A veces sucede. Pero con las conductas comprobatorias y obsesivas que derivan de los celos no vas a solucionarlo. Explora qué sientes y comunícaselo abiertamente a tu pareja sin atacarle. Háblale de tus sentimientos.
Sentimientos de competitividad
Quieres ser la número uno, y cuando sientes (o imaginas) que esto puede cambiar, aparecen los celos. Celos ante compañeros de trabajo, amistades o incluso familia. El problema es que no puedes clasificarte en una especie de jerarquía de quién es el mejor trofeo, ¡qué locura!
Miedo a ser sexualmente incompetente
En muchas ocasiones los celos aparecen de nuestras inseguridades más profundas. ¿No te sientes lo suficientemente sexy, atractiva, o activa sexualmente? Plantéate el por qué y empieza a trabajar en ello.
Después de este rapapolvo… Tranquila, hay buenas noticias.
Si te reconoces en algo de todo esto, quiere decir que alguna parte de ti ha decidido que eres lo suficientemente fuerte como para ser consciente de la emoción subyacente, y eso significa que estás en una posición excelente para trabajarlo y superarlo.
Utiliza tus celos como una señalización: “¡Trabajar en este sentimiento!”. Tienes una oportunidad de oro, aprovéchala, podrías sacar mucho de esta situación si haces el trabajo que se te presenta por delante: curar viejas heridas, abrirte a nuevas posibilidades, ganar en salud emocional y librarte del miedo… ¿a qué esperas? Puedes contar conmigo para el proceso. Conseguirás las herramientas que necesitas para desaprender todas esas conductas destructivas relacionadas con los celos, quitarle poder, y ganar confianza y seguridad para disfrutar de tu relación como tanto deseas.
info@anacruzpsicologia.es
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Ana Cruz
Psicóloga Sexóloga
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