¿Es normal tener fantasías? Descubre algunas de las fantasías más frecuentes y el por qué recurrimos a ellas…
Puede que seas mayorcita, sí, pero fantasear puede seguir siendo una de tus actividades favoritas.
Que quede claro: tener fantasías sexuales es algo de lo más normal. Tanto cuando nos masturbamos como cuando tenemos encuentros íntimos con alguien, hombres y mujeres solemos utilizar nuestra mente y nuestra imaginación para excitarnos, ya se trate de una historia más o menos larga y complicada, o algo muy concreto.
¿No? ¿Nunca has fantaseado con nada? ¿A qué crees que puede deberse, entonces? Sentimientos de culpa, represión sexual, moralidad demasiado rígida, vergüenza por el posible contenido de esas fantasías…
Es interesante que, de no fantasear, empieces a plantearte los motivos ya que, repito, fantasear es algo de lo más común y normal.
Asumido esto, puede que te preguntes, ¿pero son normales mis fantasías? No sé cuáles son, pero mi respuesta siempre será la misma: SÍ. Las fantasías son libres, es un espacio íntimo donde tienen cabida todo tipo de prácticas, de momentos, de personas. Pero… te comprendo, creo que sé por dónde vas.
Por hoy quiero hablarte de algunas de las fantasías más comunes pero que, a la vez, suelen generar más conflictos internos.
Si eres hombre…
Ser sometido
Es aquello de lo que apenas se habla, porque parece ir contra natura que un hombre desee ser dominado y sometido por su pareja (u otra persona o personas). Sin embargo, es una de las fantasías más recurrentes en ambos sexos. El psicoterapeuta británico Brett Kahr, autor de una de las mayores investigaciones en torno a las fantasías eróticas (ha recogido datos de más de 19.000) lo sabe de primera mano y asegura que, cerca del 30% de la población adulta disfruta de las fantasías de carácter sadomasoquista. Otros estudios, como el de la psicóloga Patricia H. Hawley, hablan del 50% de prevalencia en ambos sexos.
¿Por qué se tienen? Las causas pueden ser diversas y es primordial aclarar que, no necesariamente son consecuencia de sufrir ningún tipo de trauma o patología. Tal vez sean resultado de una necesidad de bajar la guardia, no tener que tomar siempre la iniciativa y olvidarse del rol de hombre fuerte y varonil que suelen asumir en la vida cotidiana. O puede que sea una forma de liberarse de la culpabilidad que generaría ser sexualmente agresivo o poner coto a su temor a ser una amenaza para su pareja. Si un hombre es sometido, no puede dañar a nadie y puede entregarse a cualquier juego sexual sin responsabilizarse de ello.
Si eres mujer…
Ser forzada
En 1986, dos investigadores estadounidenses presentaron en el Journal of Sex Research (una revista clave entre terapeutas sexuales) los resultados de un interesante estudio para desterrar la falsa creencia de que nosotras anhelamos ser sometidas. Habían mostrado a un grupo de mujeres dos vídeos. En el primero, se veía una fantasía erótica de violación. Respuesta femenina: interés y excitación erótica. En el segundo, se escenificaba una violación de una forma mucho más realista. Respuesta femenina: disgusto, miedo, enfado y dolor. Estos sentimientos fueron tan intensos y afectaron tanto a las espectadoras que los investigadores concluyeron que sus reacciones se asemejaban a las de las víctimas reales de violación y aconsejaron extremar el cuidado si se hacían estudios similares en el futuro.
Si está claro que ninguna de nosotras desea realmente ser violada, ¿por qué tantas mujeres fantasean con escenas en las que se las somete de una forma u otra? Es posible que tenga mucho que ver con nuestra educación. No nos han enseñado a vivir activamente nuestra sexualidad. Al contrario, en la cultura patriarcal se ha fomentado nuestra pasividad, se nos ha enseñado que el hombre inicia, hace, dispone y que la mujer no debe tener iniciativa. Es cierto que el panorama va cambiando poco a poco, pero aún queda mucho por hacer, y tantos años de represión aún mantienen sus efectos hoy en día.
Si fantaseas con un hombre obligándote a chupársela o a ser penetrada, te estás permitiendo hacer algo que deseas hacer, pero sin ser responsable de ello. En tu fantasía, te obligan. No eres una fulana que quiere ir por ahí chupando penes.
Además, en las fantasías de sumisión, realmente tienes el control de la situación. Porque en tu fantasía estás eligiendo quién aparece, dónde, qué te hace, durante cuánto tiempo… Es sumisión, sí, pero bajo control. Nada que ver con la realidad.
Ser prostituta
Otra de las fantasías más recurrentes según los estudios.
Este caso va encaminado de forma similar al anterior. Te pagan por determinado servicio que estás obligada a hacer. De este modo, cumples un deseo propio a través del otro, y te liberas de esa carga mental de hacer algo “inmoral”.
Otra posible explicación a esta fantasía es el placer de que alguien esté dispuesto a pagar por ti. Te sientes atractiva, deseada, trofeo… una necesidad bastante común de gustar a los demás, de ser valorada y aceptada.
Cuando tres (o más) no son multitud
Fantasía muy recurrente en ambos sexos, realmente.
El morbo de lo prohibido vuelve a hacer aparición. Todavía hoy en día sigue estando mal visto compartir cama con más de una persona, y más si no son tu pareja, o si tu pareja no participa. Y… si participa, peor. Conductas sucias, vulgares y fuera de lugar en la vida real.
¿Será por eso que tienen tanto aliciente en nuestra mente? Además, ser el centro de atención de un montón de personas cuyo fin último esa noche es colmarte de placer… no pinta nada mal. Dejarte llevar, dejarte hacer… una sensación de pérdida de control y de soltar riendas que muchas personas necesitan, de hecho. Personas bastante controladoras en su vida diaria desean que otros tomen el timón de su cama durante unas horas. Le cuiden, le besen, le den todo lo que necesite. Ser la estrella del lugar y del momento, y además, dejara todos boquiabiertos con sus habilidades amatorias. ¿A quién no le gusta esa fantasía?
Podría continuar con una lista de variadas fantasías y películas mentales que quizás alguna vez te has montado…
- Relaciones con personas de tu mismo sexo
- Ver cómo lo hacen otras personas mientras tú te masturbas
- Ser visto (y dejar a todos boquiabiertos de nuevo, claro)
- Ser dominante y agresivx
- Ser grabadx mientras mantienes relaciones
- Lluvia dorada (sí, en serio)
- Usar ropa de otra época, de algún personaje, de una película…
Para gustos, los colores.
El contenido de nuestras fantasías, como te he dicho, es libre. Suele distar mucho de lo que haríamos en la vida real o nos gustaría que pasara; por eso son los que son: fantasías.
Nos ayudan a conocernos, a saltarnos las prohibiciones, a dar salida a nuestra agresividad, a plantar cara a los tabúes, y sobre todo, mejoran nuestra vida sexual. No lo dudes, el mejor afrodisíaco está en nuestra mente, y no debes culpabilizarte por ello. Ahora bien, lo que imaginas te causa ansiedad o te desagrada, si tiene que ver con algún episodio desagradable de tu pasado, o después de utilizarla (incluso de gozar con ella) te sientes fatal, atenta a esa señal. Cuando no puedes asumir aquello que te excita, mejor consúltame en terapia. Te ayudaré a desangustiarte y a afrontar el conflicto.
Pero, al margen de eso, compartir tus fantasías puede servir para enriquecer la vida sexual con tu pareja, porque podréis excitaros juntos con ellas o, incluso, escenificar alguna y convertirla en realidad. Pero, antes de lanzarte a la piscina, debes tener algunas cosas en cuenta…
Cosas que te contaré en el próximo taller del jueves 13 de Febrero en Amantis Retiro (C/ Alcalá, 82). En este taller seguiremos hablando de fantasías y de cómo plasmarlas para subir la temperatura en el ambiente. Consejos prácticos, herramientas, y algunas pautas de seguridad para que tus conversaciones sean el inicio de algo que puede convertirse en realidad…
¡Escríbeme y te cuento los detalles!
info@anacruzpsicologia.es
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Ana Cruz
Psicóloga Sexóloga
Yo te ayudaré. Disfrutar de una vida emocional y sexual plena…
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