¿Por qué no supero la ruptura aunque lo dejé yo?
Por qué no superas la ruptura con tu pareja a pesar de haberlo dejado tú y qué hacer al respecto
Es sabido por todos lo duro que puede llegar a ser que nuestra pareja, la persona en la que habíamos depositado nuestras ilusiones, nuestros más tiernos deseos, nuestros sueños de futuro, decida que ya no quiere seguir a nuestro lado. Desgarrador, desolador, hasta físicamente doloroso.
Pero, ¿qué ocurre cuando somos nosotros los que ponemos punto y final a nuestra relación?
Poco se habla de la angustia que siente la persona que deja.
Llegar a la conclusión de que debemos romper con nuestra relación de pareja es un proceso, cuanto menos, duro.
Para nosotros también supone un fracaso. Un fracaso de las expectativas que también habíamos depositado en la otra persona y en nuestra unión con ella. Nuestra relación ha fracasado, el barco se ha hundido, y de nosotros depende el salir a flote o hundirnos con él.
Este revés en nuestra vida hace que para nosotros, la ruptura de la pareja suponga también una fuente de estrés emocional, que nos genera un profundo sufrimiento psicológico, e incluso físico. Insomnio, falta de apetito, dificultad de concentración en el trabajo o los estudios, hipertensión, cansancio… ¿te suena?
Es prácticamente inevitable sufrir alguno o varios de estos síntomas cuando aparecen la frustración y la decepción para recordarnos todo lo que podría haber sido y no será. Porque por muchos fallos que queramos encontrar en la persona que nos ha acompañado durante tanto tiempo, seamos francos, nosotros también tenemos nuestra parte de responsabilidad. Podría haber hecho más, podría haberme dado cuenta antes, podría haber frenado cuando vi los primeros síntomas, podría haber actuado de otra forma… podría, podría, podría.
Pero no. La relación no puede seguir adelante, y además, nosotros hemos adoptado el papel de verdugo en esta historia. Y eso también duele.
Entonces aparecen la culpa y los remordimientos.
Estos serán nuestros peores, pero frecuentes, aliados en el camino de la recuperación tras la separación cuando hemos sido nosotros los precursores. Nuestro duelo estará marcado por un continuo sentimiento de culpa por haberle “destrozado la vida” a la otra persona, por haber dañado a quien tanto nos quiere, por haber trastocado el presente y el futuro de esa persona a quien, a pesar de todo, también queremos. Nos hacemos plenamente responsables del dolor que está sintiendo el otro, ha sido por nuestra culpa, y es responsabilidad nuestra todo lo que le ocurra en adelante, sobre todo si es negativo.
¿Cómo superar estos sentimientos? ¿Cómo manejar tantas contradicciones? ¿Cómo seguir adelante y construir nuestro nuevo presente, aun sabiendo que hemos dañado a alguien importante para nosotros?
El primer paso es comprender que la culpa no es nuestra amiga. Es un fenómeno que nos lleva a regodearnos en nuestros fallos y que, además, nos paraliza. La culpa hace que interpretemos la realidad de forma negativa y hagamos una autovaloración destructiva sobre nosotros mismos y nuestras actuaciones, y esto nos pesa, volviéndose un pensamiento cíclico del cual no podemos salir. Sentirte culpable no sirve para nada, tener autocompasión y lamentarte, tampoco. Cambia la culpa por responsabilidad. Ser responsable de tus actos significa tener tolerancia al error. Claro que te has equivocado a lo largo de tu relación, pero en lugar de culparte por ello, aprende de esos errores y así encontrarás nuevas estrategias vitales que te ayudarán en el futuro. Pero, aun asumiendo tu responsabilidad… pregúntate, ¿toda la responsabilidad de lo ocurrido, es solamente tuya?
“Las únicas personas felices son aquellas que se han equivocado mucho”
De otro lado, hay que tener en cuenta que cuando se produce una ruptura de una relación de pareja se puede dar cierto déficit cognitivo
Esto es, la capacidad para pensar se ve menguada debido al desequilibrio emocional y personal que supone la ruptura (Fariña, F.; Novo, M.; Arce, R.; Seijo, D. 2002). Todo el cóctel de emociones vividas durante este acontecimiento, incide en nuestra capacidad para actuar y tomar decisiones con coherencia y responsabilidad hacia nosotros mismos e incluso hacia personas implicadas (como hijos, si los tenemos). Por tanto, no te precipites, deja apaciguar el fuego dentro de ti, entonces será cuando puedas reflexionar y actuar.
Por último, no hay que perder de vista que la ruptura de nuestra relación es, según muchos expertos, uno de los sucesos más estresantes después de la muerte de un ser querido, y casi equiparable (Colmes y Rahe, 1967). Por ello, tienes que pasar el duelo. Normalizar los sentimientos negativos será una clave que te ayudará a darte el tiempo necesario para seguir dando pasos adelante.
Si, aun con todo esto, crees que no eres capaz de sacar las fuerzas necesarias para continuar, si los remordimientos te oprimen, si te encuentras confuso o perdido, mi terapia y asesoramiento pueden ayudarte a sentirte mejor y a superar los obstáculos que se estén interponiendo entre tú y tu bienestar. ¿A qué esperas para ser feliz?
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Ana Cruz
Psicóloga Sexóloga
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